Última acción

Eras pura discreción cuando te vio volando sutil entre los papeles de la biblioteca.
Puro nervio cuando el torpe de tu compañero volcó la pila de legajos milenarios, porque llevaba las manos ocupadas por cafés.
Eras pura sorpresa ante la ilustración, de vete tú a saber qué, en Dios sabe que libro, que se reveló dorada y polvorienta iluminando tu rostro.
Pura coincidencia, maniobra del reloj, que se retrasó a sabiendas, para que tu compañero volcara también los cafés, marrones, humeantes, que sólo bebías en sueños, encima de los legajos. Así tuviste que atenderle.
Era pura desazón cuando se acercó tímidamente al mostrador de madera extraterrestre, eras puro esmero en disimular tu enfado.
Fuisteis puro rayo, al estirar tratando de arrancarle sutilmente el libro, que te entregaba sin quererlo, de sus manos.
Eras pura ilusión cuando estampó su nombre con tinta ajena, no sabías que se desangraba en tus manos.
Puro conocimiento cuando le contaste sobre los puentes más antiguos, hermosos y altos de tu dorada ciudad, como los polvos de la ilustración.
Era tu compañero pura sorpresa, mudo ante la evidencia, mudo de por vida, tú no te dabas cuenta de lo que estabas haciendo.
Era pura tristeza cuando atravesó los cristales, perdida la última esperanza, el último remedio. Estampada la última firma.
Eras pura ignorancia, cuando metiste el libro en el carrito, sin saber que en él alguien se dejaba la vida, entre sus hojas, olvidada, fuera de catálogo, nunca nadie la leyó, una nota de suicidio.

Acerca de electroletras

Otro espacio para mis delirios literarios...esta vez, para los cortos, nacientes, y ya creciditos.
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